Es verdad que no lleno un Luna Park, pero me puedo jactar de tener
un buen grupo de amigos que me acompañan cada vez que voy a Buenos
Aires, y que se agranda de año a año.
Afinidad ética y estética” Es la que siente Filio con Silvio Rodríguez. |
Del otro lado de la
línea, Alejandro Filio habla mientras ultima, en su casa de Guadalajara,
los preparativos para volar hacia nuestro país, donde mañana se sumará a
los festejos del décimo aniversario de ND/Ateneo.
A esta altura,
el viaje ya es casi rutina, casi tres lustros después de que un amigo
melómano lo pusiera en contacto con el legendario Conde de Palermo,
quien se encargó de difundir por estas tierras su trabajo, que atrajo la
atención de artistas locales como Juan Carlos Baglietto, Pedro Aznar,
Fito Páez y León Gieco, entre otros.
Sin embargo, jamás apuntó a
cambiar su bajo perfil por una estrategia de mayor exposición. “Es la
consecuencia de mi decisión personal de hacer una carrera en la trova,
que es ni más ni menos que una especie de matrimonio entre una guitarra y
un alma, que tiene canciones por hijos”, explica desde México.
¿Eso
no te genera mayores dificultades para hacerte conocer? En parte,
porque a veces es un formato poco amigable para los empresarios. Pero,
como contrapartida, jamás he sido perseguido por ellos, para hacer lo
que ellos quieren. Soy un bicho raro que siempre hizo lo que quería, que
es tratar de dignificar la música mexicana.
¿En qué consiste esa
dignificación? En mostrar que la música mexicana no es sólo mariachis y
Paulina Rubio. De que también se pueden hacer otro tipo de canciones.
Y, en ese sentido, estoy satisfecho con el camino que vengo recorriendo.
Hace dos décadas, cuando empecé, México era sólo plataforma de
lanzamiento de estrellas. Sin embargo, pude sobrevivir, aún sin estar
dentro de una compañía, y hoy soy dueño de las canciones que están en
mis 18 discos. Quizá quienes elegimos esta manera de hacer las cosas, no
estemos para la gloria, pero logramos sensibilizar a la gente.
¿Cuál
fue la base en la que te apoyaste, teniendo en cuenta que no era el
tipo de música que más circulaba en México? Fue difícil, porque no tenía
quién me guiara. Hasta que en 1984 me encontré con material de Silvio
Rodríguez, con quien me identifiqué, no sólo por su trova, sino por sus
ideas. Siento una afinidad estética y ética con él.
Decías que la trova es una guitarra y un alma, pero en “ Buscando el alma”
(2008) hay arreglos orquestales. ¿Cambiaste tu enfoque? No. Eso lo
hice sólo para la grabación. Pero, sobre el escenario, insisto en el
matrimonio de guitarra y voz.
¿Así vas a presentarte aquí? Sí. En
definitiva no es ni más ni menos que la manera de mostrar y compartir
las canciones tal como nacieron. De eso se trata la trova. Ese es el
único plan.
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