Páez, Baglietto, Garré, son algunos de los apellidos de un movimiento que ubicó a Rosario como una de las principales cunas de la canción popular argentina. A tres décadas de nacido ese movimiento de trovadores, un rápido repaso por sus carreras. Opina Silvina Garré.
Atravesando la hostilidad de la cruenta dictadura militar, un grupo de artistas rosarinos decidió elevar sus canciones que, bajo el influjo de la voz (hoy ya legendaria) de Juan Carlos Baglietto, hicieron asomar a un singular colectivo que en mayo de 1982 se hizo visible con una antológica actuación en el estadio porteño Obras Sanitarias donde se presentó el álbum Tiempos difíciles.
Con la denominación de Trova Rosarina que adeudó a la de la Nueva
Trova Cubana muy en boga por entonces, estos creadores nunca dieron
forma a un conjunto establecido pero es indudable que sumaron sus
diferencias para conformar un estilo de canción que modificó a la música
popular argentina.
A poco menos de un mes de la publicación de Tiempos difíciles,
los rosarinos llegaron a Obras el 14 de mayo y allí plasmaron una
referencia estética que hizo tambalear a una lógica cultural que
pretende nacer y dirigirse desde Buenos Aires.
Temas inaugurales como “Mirta, de regreso”, “Aunque mañana no estés”,
“Era en abril”, “Los nuevos brotes”, “Puñal tras puñal”, “Sobre la
cuerda floja”, “Dulce pájaro”, “La música del Río de la Plata”, “Sin
luna” y “La vida es una moneda” impactaron en una sociedad conmovida,
además, por la guerra de Malvinas.
La formación encabezada por las interpretaciones de Baglietto pero
también sostenida en las canciones y los aportes de Fito Páez, Adrián
Abonizio, Jorge Fandermole, Rubén Goldín, Silvina Garré, Sergio Sainz,
Marco Pusineri, Héctor De Benedectis y el fallecido Lalo de los Santos
irrumpió con un repertorio melancólico, agudo e intenso que supo narrar
su época al calor de diversos ritmos.
Esa novedad sonora arrancó posicionada en las arenas del llamado rock
argentino pero fue contaminando a la canción y a sus diversos afluentes
mientras cada uno de sus hacedores era capaz, a su vez, de ir
delineando los caminos propios por los que expresarse.
Así Baglietto, que inauguró la figura del cantante dentro del rock
local, fue transitando diversas experiencias musicales hasta detenerse
junto a Lito Vitale en una relectura sobre tango y folclore. Fito Páez,
por su lado, se convirtió en una de las estrellas indiscutidas del
pop-rock iberoamericano.
Entre idas y vueltas, Silvina Garré -que también pasó por diversos
ritmos y propuestas y fue la única dama de aquel conglomerado- acaba de
publicar Trovas rosarinas, placa en la que reúne un cancionero que pretende resumir el espíritu de esa experiencia.
“11 y 6” y “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, de Fito Páez; “Aquella
niña en soledad”, de Lalo de los Santos; “Sueño de Valeriana”, de Rubén
Goldin; “El témpano” de Adrian Abonizio; y “Cuando” de Jorge Fandermole;
además de tres obras propias (“Una vuelta de cara”, “Fin de carnaval” y
“Los sueños incompletos”) integran la reciente placa.
"Hace muchos años que tenía el deseo de grabar un disco de homenaje a
estos 30 años, un tiempo que marcó una realidad y un espacio, que
sirvió de ejemplo para otras movidas y que, en definitiva, sigue
vigente", afirmó Garré en relación a su disco.
En cuanto al álbum Tiempos difíciles, la cantautora destacó
que "tiene un significado emotivo para mí porque fue el primer álbum del
cual participé pero, fundamentalmente, porque siento que me permitió
ser parte de un verdadero movimiento cultural".
Sobre su propio registro de “Trovas rosarinas”, lo presentó como “un
precioso puñado de canciones de ese movimiento musical-cultural y que
tenía ganas de grabar”.
Consultada acerca de su participación, junto a Juan Carlos Baglietto,
Rubén Goldín y Adrián Abonizio, de una escena para el filme La suerte en tus manos,
de Daniel Burman, señaló que “nos divertimos mucho, la pasamos bien y
fue muy lindo poder revivir un pedazo de nuestra historia".
Un fragmento de la película protagonizada por Jorge Drexler y Valeria
Bertucelli, permite que los rosarinos animen un ficticio concierto en
el teatro porteño IFT.
"Cada uno de nosotros tiene una carrera personal y distintos
proyectos, así que juntarnos realmente no es algo que esté pensado, pero
no puedo negar que sería una linda y emocionante idea que me resisto a
descartar", concluyó Garré.
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