Las canciones no se explican… se cantan… se tararean. Suele ocurrir que, de tanto escucharlas en una versión que nos satisface a plenitud, ellas nos vienen luego a la memoria una y otra vez sin pedir permiso. Una canción, como cualquier obra de arte pide a gritos por encima de todo… que se le escuche con atención. Yo ...las disfruto… pero confieso… que me hace más feliz dejarme seducir por ellas...
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