Hace dos décadas moría Piazzolla y por entonces la noticia daba
cuenta, por supuesto, de la partida de uno de los grandes músicos
argentinos. La palabra "genio" abundaba en las alabanzas que, justas por
cierto, se sumaban al panegírico de una despedida que reivindicaba de
una vez por todas a una figura clave para la música argentina. A fin de
cuentas, Piazzolla era el tipo que llevando el tango más allá del tango,
lo había salvado. Hoy eso está claro.
Sin embargo, tuvieron que
pasar muchas cosas durante la vida de Piazzolla para que por lo menos en
el saludo final los elogios fueran unánimes. Denostado continuamente
desde las parroquias de la conservación, sin motivos más fundados que
atentar contra la "raíz" y la "esencia", Piazzolla llegó más de una vez a
las manos para defender sus ideas. Pero su música era más fuerte que su
cross de derecha y a las descalificaciones de los puristas Piazzolla
respondió con más de sí mismo.
Si obras como Tres minutos con la realidad irritaron
a los ortodoxos que a mediados de la década de 1950 levantaban sus
banderas de aplazo a lo nuevo, lejos de amilanarse, el compositor volvió
después con Buenos Aires hora cero, Tango para una ciudad, Sideral, Lo que vendrá, la serie del diablo, la serie del ángel, la serie Pulsación, Michelangelo 70,
entre muchísimas obras que resultarán fundamentales a la hora de contar
la historia de la música argentina. Obras que grabó al frente del
octeto, del noneto o de las distintas formaciones del quinteto –acaso su
mejor instrumento–, o en conjuntos de cámara y orquesta sinfónica.
Nadie
como Piazzolla tocó lo que compuso, pero tampoco nadie como él supo
defender lo que había creado y lo que pensaba crear. En la ecuación
genio-convicción-carácter podría estar la fórmula del vigor y la
personalidad de su música. No pudo ver en vida el éxito formidable de su
obra en el mundo; en las pistas del tango y también en las salas de
conciertos y los festivales de jazz.
Si, como dicen, la de Piazzolla es
hoy una de las músicas que no dejan de sonar ni un minuto alrededor del
planeta, más que a la música en sí, posiblemente eso de deba al gesto
que la contiene y que sugiere su continuidad: el de la revolución
permanente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario