miércoles, 18 de julio de 2012

VICTOR HEREDIA ... reflexiona y responde a una señora con escasa capacidad de análisis.


A veces leo comentarios que me llenan de angustia, no porque refieran críticas sobre mi tarea, a esta altura estoy acostumbrado, sino porque demuestran lo lejos que están algunas personas de comprender cuales son los procederes valiosos para una sociedad, evidentemente confundida y menoscabada en su capacidad de análisis. El otro día leí uno de una mujer que me preguntaba, “irónicamente”, en referencia al álbum de fotos con mis hermanos Mapuche, si sólo me había tomado esas fotos con ellos o les había llevado algo “como hace Patricia Sosa”. La pregunta es intencionalmente ofensiva pero, mucho más cuando el blanco de esa crítica subliminal, es justamente quien dio a conocer desde su obra “Taki-Ongoy” ya en mil novecientos ochenta seis, la verdad de la conquista española en nuestro territorio y expuso masivamente, por primera vez en la Argentina, la problemática social de los pueblos originarios y denunció el pavoroso etnocidio de cincuenta millones de personas, apoyando y haciendo suyos los reclamos territoriales, culturales y religiosos de todos los pueblos y naciones indias del continente. Una postura que antes que medallas me valió el repudio y la censura española, de la iglesia en su conjunto y de los medios corporativos afines a los poderes políticos que medran desde el colonialismo y los latifundios madereros y sojeros ocupando territorios que ancestralmente pertenecen a esos pueblos. Puedo decir orgullosamente que ese trabajo y mi permanente discurso a favor de esos desposeídos puso en evidencia la desfachatez del poder político y su intento por ignorar todos sus derechos. Hoy eso está en la tapa de los diarios, hubo devoluciones territoriales y también se crearon organismos como el Centro de educación y comunicación Mapuche, para mejorar la instrucción bilingüe, una cátedra de idioma mapudungun en la Facultad de Filosofía y letras, y diversas comisiones compuestas por educadores indígenas en el ámbito del Ministerio de Educación propuestas por un servidor y el entonces Ministro Daniel Filmus, para mejorar la calidad educativa de las regiones más carenciadas de nuestro país y así eliminar definitivamente el analfabetismo. Fundé bibliotecas, contribuí con centros de salud, con salas materno infantiles, colaboré económicamente con el museo arqueológico de la Universidad de La Rioja para preservar hallazgos importantísimos para el conocimiento de los antiguos habitantes de Talampaya, compré vehículos para que mis hermanos Mapuche pudieran trasladarse por un territorio duro y adverso por urgencias sanitarias y jamás hice barullo con estas cuestiones porque creo que la solidaridad es un bien íntimo y no se la debe utilizar demagógicamente para lucimiento personal. Hoy por primera vez remarco esa tarea para que se entienda que no es la dádiva o la limosna lo que va a cambiar las condiciones de vida de esas personas, sino la lucha concientizadora que obligue a las autoridades a dar cumplimiento a los pactos establecidos con los pueblos originarios en las distintas etapas de la lamentable historia de nuestro país en ese terreno. Entonces mi estimada señora le respondo, no llevé caridad, eso seguramente la dejaría tranquila a usted, pero me puse bajo la bandera de una lucha digna, camino del brazo de mis hermanos, orgullosamente, sin creer que me necesitan porque en realidad somos nosotros quienes necesitamos de ellos y su enorme sabiduría y espiritualidad.
  • VICTOR HEREDIA 

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