Barroco Andino se inicia a
comienzos de 1974, cuando Jaime Soto León y un grupo de músicos jóvenes deciden
crear un conjunto que fusione elementos musicales de la cultura clásica europea
con sonoridades y ritmos típicos de América Latina.
Así, las obras y los timbres de la zampoña, el charango, el tiple y la quena, sumados a los
de la guitarra,
la mandolina
y el bajo acústico, configuraban lo que sería un estilo musical propio,
particular y único.
La dictadura de Pinochet
prohibió los instrumentos andinos
(quenas, sikus y charangos, entre otros instrumentos y prohibiciones)
por encontrarlos subversivos, por vincularlos con la Nueva Canción Chilena.
Este grupo encontró la alternativa para hacerlos sonar nuevamente, interpretando
música clásica.
(quenas, sikus y charangos, entre otros instrumentos y prohibiciones)
por encontrarlos subversivos, por vincularlos con la Nueva Canción Chilena.
Este grupo encontró la alternativa para hacerlos sonar nuevamente, interpretando
música clásica.
Después de una rigurosa selección de obras, el grupo arma su
repertorio con música de compositores barrocos como J. S. Bach,
G. F.
Handel y A. Vivaldi, y comienza a interpretarla con instrumentos
folklóricos latinoamericanos. Así, las obras y los timbres de la zampoña, el charango, el tiple y la quena, sumados a los
de la guitarra,
la mandolina
y el bajo acústico, configuraban lo que sería un estilo musical propio,
particular y único.
El grupo se refunda en 1985 con nuevos
integrantes, siempre bajo la dirección musical y artística de Jaime Soto León;
se conserva la idea original, pero se incorporan, además, obras de compositores
de períodos posteriores al Barroco, tales como Mussorgsky, Tchaikovsky y
Prokofiev, y obras compuestas por el propio director.
El conjunto agrega
también un nuevo elemento a su trabajo: la Voz,
enriqueciendo las presentaciones en vivo con el canto de sus músicos. Ese mismo
año, 1985, Barroco Andino, con sus 10 integrantes, comienza a dar conciertos
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